¿Sabes cómo afecta la energía a tus células? Por Bruce Lipton.

A través de nuestros sentidos humanos convencionales ( la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto) podemos percibir el mundo en el que vivimos en términos de realidad física y no física. Por ejemplo, las manzanas son materia física y las señales de televisión se encuentran en el reino de las ondas de energía. En 1925, los físicos adoptaron una nueva visión de la realidad física que se ha conocido como mecánica cuántica.
Originalmente, la ciencia pensó que los átomos estaban formados por pequeñas partículas de materia (electrones, neutrones y protones); sin embargo, la física moderna descubrió que estas partículas subatómicas eran en realidad vórtices de energía no materiales (como si fueran nano-tornados). De hecho, los átomos están formados por energía y materia no física. Por lo tanto, todo lo que pensábamos que era materia física está formado realmente por vibraciones u ondas de energía concentradas.
Así, la totalidad del Universo está compuesta de energía, y eso que percibimos como materia también es energía. El conjunto de ondas de energía del Universo, que podrían denominarse “fuerzas invisibles en movimiento”, conforman el campo (para más información, consultar el libro de Lynne MacTaggart, El Campo).
Mientras que la física cuántica reconoce la naturaleza energética del Universo, la biología nunca ha incorporado el papel de las fuerzas invisibles en movimiento en su comprensión de la vida. La biología aún percibe el mundo en términos de moléculas físicas newtonianas, fragmentos de materia que se ensamblan como si fueran cerraduras y llaves. La bioquímica enfatiza que las funciones vitales derivan de la unión de compuestos químicos físicos similares a las piezas de los rompecabezas, conectándose unos con otros.
Tal creencia insiste en el hecho de que si queremos cambiar la operación de la maquinaria biológica, entonces tenemos que cambiar su química. Este sistema de creencias enfatiza que la “química” conduce a una modalidad de curación centrada en el uso de fármacos… la medicina alopática. No obstante, la medicina convencional ya no es científica en tanto que aún hace hincapié en la noción newtoniana de un mundo mecánico y no reconoce el papel de las fuerzas invisibles en movimiento que conforman el mundo de la mecánica cuántica.
De acuerdo con la Física, si dos objetos presentan las mismas vibraciones energéticas, estos comparten una “resonancia armónica”, lo que significa que cuando uno de ellos vibra hace que el otro también vibre. Por ejemplo, cuando un cantante es capaz de emitir la nota apropiada, aquella que está en sintonía con los átomos de una copa de cristal, su voz (vibración) puede hacer que se quiebre la copa. La energía de la voz se combina con la energía de los átomos de la copa, y ambas se hacen tan potentes juntas que los átomos de la copa se dispersan y acaban rompiendo la copa.
Ciertas energías, al combinarse, pueden ser constructivas, es decir, que ambas energías se suman produciendo una energía vibratoria aún más poderosa. Sin embargo, dos ondas de energía pueden interactuar y anularse mutuamente, de manera que cuando se combinan, el poder de ambas es 0. En los seres humanos, cuando las energías son constructivas y confieren más poder, podemos experimentarlas físicamente con lo que suele denominarse “buenas vibraciones”. No obstante, cuando dos energías se anulan mutuamente, experimentamos un estado energético de mayor debilidad que denominamos “malas vibraciones”.
Las vibraciones energéticas de los microondas que son “armónicamente resonantes” con ciertas moléculas presentes en los alimentos hacen que estas se muevan más rápido y se calienten los alimentos. Los audífonos de cancelación de ruido (comercializados por la empresa Bose) generan frecuencias vibratorias que son “destructivas” (señales fuera de fase) en relación con las frecuencias del ruido ambiental, lo que provoca que los sonidos de fondo se cancelen y desaparezcan. Los biólogos están descubriendo que las funciones biológicas y las moléculas pueden controlarse mediante frecuencias vibratorias armónicas, como la luz y las vibraciones del sonido.
Es necesario que la Biología incorpore el concepto de la energía y los campos energéticos, ya que las ondas de energía influyen profundamente a la materia.
“El campo es el único organismo que controla la partícula” – Albert Einstein.
Einstein con esto quiere decir que las fuerzas invisibles (el campo) son las responsables de dar forma al mundo material (la partícula). Para comprender la naturaleza del cuerpo o la salud de una persona, se ha de considerar el papel del campo energético invisible como una influencia primaria. El problema es que la medicina convencional no ha reconocido ni siquiera a existencia del campo, a pesar de que se ha demostrado “la influencia de las fuerzas invisibles en movimiento” en artículos científicos publicados desde hace más de cincuenta años.
El modelo convencional de la medicina basado en la Física newtoniana ha dado lugar a milagros como los trasplantes de corazón y las cirugías reconstructivas. Sin embargo, las ciencias médicas alopáticas desconocen cómo funcionan realmente las células y siguen enfatizando erróneamente el papel de los genes en el control de nuestras vidas y problemas de salud. La Biomedicina aún está atascada en un universo material y mecánico. Las ciencias médicas centran su atención en el cuerpo físico y el mundo material únicamente, y han ignorado por completo el papel de la mecánica cuántica.
Cuando la Medicina comience a comprender y reconocer la influencia de los campos energéticos y a darle el lugar determinante que ocupan, se habrá obtenido una visión más realista del funcionamiento de la vida. A modo de simplificación, la Medicina convencional por sí sola no es verdaderamente científica, dado que no abarca los mecanismos del Universo que reconoce la Física cuántica.
Fuente: Traducción de Christian Simón Bueno. Artículo original de Bruce H. Lipton.